sábado, 11 de octubre de 2014

La muerte, si tiene un precio

Hasta cuándo la ciudadanía vamos a seguir de manera pasiva los acontecimientos mundiales que desde nuestro magnifico sillón nos inquietan. Desde la tranquilidad de la lejanía vemos los conflictos bélicos en países pobres. Conflictos que sólo causan muerte y destrucción, cómo es posible que ni tan siquiera nos preguntemos cómo pueden eso países pobres pagar las armas con las que se matan. Además de la pobreza no tienen industria para crear esas armas. Una mínima reflexión nos debe llevar a creer que países (del primer mundo, como decimos) con interés económicos u estratégicos en la zona alimentan los conflictos en su beneficio, bien para vender armas, conseguir recursos naturales para hacer negocio en el primer mundo o mantener una situación militar de privilegio. Claro todo esto sin importar qué consecuencias tiene para la población, que vive en la zona, un conflicto que ellos no han creado.  
Eso sí, nos harán participes de un desastre humanitario, removiendo nuestras cómodas conciencias que reposando en nuestro cómodo sillón estaremos dispuestos a enviar un mensaje solidario a una ONG en lugar de exigir a los políticos que hemos votado que acaben de manera inmediata con esas matanzas, que para eso entre otras cosas les hemos votado. Basta ya, levantémonos del sillón y ejerzamos nuestra solidaridad echando a todos estos que viven de la industria de la muerte.

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